jueves, 16 de junio de 2011

No me gusta eso que me dice en la calle, señor

No invada el espacio de otra persona que tal como usted va caminando por la calle con supuestas palabras halagüeñas –en el mejor de los casos– dando forma a un piropo. La mayoría de las personas que sufren esta intromisión en su metro cuadrado son mujeres y, si bien puede haber alguna que lo necesite para sentirse notada o subir su autoestima, no se equivoque, no se trata del común de los mortales. Por lo general, el piropo en la calle es ofensivo y no hace más que resaltar la
falta de educación y materializar la dominación simbólica masculina, el machismo que dice que se tiene el derecho de decir lo que se le venga en gana a una fémina y ella lo recibirá sin chistar e incluso agradecida. Nada más lejos de la realidad. La mujer lo resiente como una ofensa y con miedo a ser atacada más que verbalmente. Deje los buenos piropos o comentarios halagadores para sus amigos, para sus cercanos. Acérquese a ellos y coméntele lo bien que se ven de la forma más respetuosa posible. Todos estarán mucho más contentos.


También disponible en Revista Rufián.

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